Seis, seis, seis.

Hace apenas unos cuantos meses, el 23 de marzo para ser más precisos, Plutón ingresó en el signo de Acuario. Y aunque ahora, retrógrado, Plutón ha vuelto a Capricornio, pronto volverá a Acuario para permanecer allí durante veinte años. Esto puede traducirse como el infierno (Plutón, Hades) en el cielo (Acuario, el copero de los dioses, el aire y la altura, el éter). Y esto es lo que vi, como si de una carta astral se tratara, en los lienzos de Marco Aviña que componen esta exposición. El inframundo ascendiendo a la bóveda celeste.

¿Astrología? Quizá. Puesto que una constelación supone mirar el cielo pictóricamente: trazar con estrellas la imagen de un mito. Y Aviña, que ha visto el final de las imágenes, esboza constelaciones desde una visión escatológica: Seis, seis, seis, el número de la bestia que le da título, es una clara referencia al Apocalipsis de San Juan, a la vez que un guiño rockero.

Acuario, el aguador, es Ganimedes: el copero de los dioses. El bello joven que ascendió a los cielos raptado por el águila de Zeus y luego transformado en constelación. ¿Podría Jim Morrison, esa estrella, ese bello joven arrebatado por los dioses en la flor de la edad, ser un nuevo Ganimedes? Morrison es el Rey Lagarto, y por lo tanto una deidad ctónica. Un anticristo. Su ascenso a los cielos sólo puede entenderse como parte del asalto vandálico de los dioses infernales: el retorno de Luzbel, la venganza de la imagen sobre el dios de lo irrepresentable, la victoria del becerro de oro, la instauración celeste del reino de Satán cuyo rostro triunfal ya se grafitea entre las nubes.

Quizá prefiera yo esta versión del Juicio Final, pues quizá no haya más alta justicia que la del gozo de ser y sobre estos lienzos celestes, estrellados y nubosos, que tradicionalmente suelen ser escenarios de alta teología, imágenes de toda suerte de procedencia, ya académica, ya popular, liberadas de cualquier categoría moral y jerarquización estética, y sin mayor afán de trascendencia, se regocijan en la dicha de su propia aparición. Pues aunque hay cierta insistencia simbólica en su iconografía, y por momentos las figuras parecieran constelarse en alegorías, se trata de alegorías y símbolos mutantes, inestables, inciertos, fugaces. ¿Qué relación hay entre las pastillas rojas y azules de Matrix que aparecen en una de las pinturas con la matriz preñada de esa diosa de la Tierra que protagoniza otro lienzo? Como las nubes en el cielo en las que apenas uno cree reconocer un rostro cuando ya ese rostro se transforma en un paisaje y ese paisaje en un animal y ese animal ya es sólo una nube que el viento disipa y ya no hay nubes, sólo cielo, así sus posibles significados.

¿Pero si no es el infierno de las imágenes el que ha tomado por asalto el cielo sino el cielo el que ha caído? También es posible mirar las estrellas en un charco y los antiguos nahuas llamaban cielos de abajo a los estratos del inframundo. ¿Anábasis o catábasis? “Como es arriba es abajo”, reza un viejo dicho hermético y estos lienzos poseen cierta cualidad de espejo e incluyen su propio revés y son su propio doble. “Caer fue solo / la ascensión a lo hondo”, dice José Ángel Valente en un poema sobre Ícaro.

El vértigo que generan estas pinturas radica en que, no sólo su fugitivo significado, sino sus figuras mismas orbitan en torno a su disolución. Las imágenes (pero más que imágenes, quizá deberíamos decir recuerdos de imágenes) aparecen sólo para vaticinar su desaparición inminente y su conversión en nubes. Los colores estridentes se revelan gradaciones hacia el terrible blanco final que insiste en las nubes que coronan o enmarcan sus fugaces epifanías. Lo que está ya no está. Como las estrellas en el cielo cuyo pasado es la luz de nuestro presente. No hay futuro pero el pasado está por venir a vengarse. Astrología postpunk. La estrella de Mario Bros lleva el halo de los muertos: Game Over. “This is the end, beautiful friend”, canta el Rey Lagarto. Pero el disco gira. Y en su loop la canción vuelve a comenzar.


Luis Felipe Fabre, Ciudad de México, 19 de julio del 2023

Installation
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House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.
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House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.
House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.

Works

House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.

Marco Aviña
Estrella de la mañana, 2023
Acrylic, crayon, graphite pencil, lacquer spray paint on canvas
87.4 x 121.26 inches
222 x 308 cm

House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.

Marco Aviña
La madre universal, 2023
Acrylic, crayon, graphite pencil, lacquer spray paint on canvas
60.24 x 103.15 inches
153 x 262 cm

House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.

Marco Aviña
Light My Fire, 2023
Acrylic, crayon, graphite pencil, lacquer spray paint on canvas
83.46 x 59.06 inches
212 x 150 cm

House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.

Marco Aviña
Tres, 2023
Oil and coins on canvas
17.91 x 13.78 inches
45.5 x 35 cm

House of Gaga ❧ Seis, seis, seis.