Antek Walczakg/r/o/w/l/s/_/a/n/d/_s/c/re/am/s,/ _sc/ra/wl/s_/an/d_/gr/ap/h/e/m/es/NovemberNov 27th, 2008 - JanuaryJan 17th, 2009Gaga Mexico City

Obra individual reciente de Antek Walczak de Bernadette Corporation.

Uno de mis amigos me ve con ojos escépticos cuando trato de declarar algo así como “arte como información”. “Sí, y ?” me dice, “Tal y tal y tal y tal y tal y tal han trabajado de esa manera con el arte contemporáneo por años”. “Y me han inspirado, en esta, mi nueva dirección” contesto alegremente. Pero mi amigo no deja que me salga con la mía. “Y en Inglaterra fulano de tal pelea solo en su cruzada en contra de la comunicación y el manejo del conocimiento del productor del mercado del arte”. “O sea, ¿te refieres a cómo ganar un nombre e influenciar sobre la gente?” lloriqueo, “Pero a mí me interesa más la teoría de la información de Shannon, la cibernética, la compresión, los patrones y las probabilidades, revisar el aparato cultural tratando de saber rápidamente lo que no necesito saber”. “Me vale toda esta onda tecno-científica fetichista”, me dice poniendo fin a la conversación.

Imagínate que estás en una fiesta platicando con alguien más o menos guapo pero que está lejos de tus posibilidades. Aguantas preguntas insoportables. ¿Y tú qué haces? ¿Puedes vivir de eso? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué tipo de arte haces?

Transcribo encabezados de periódicos en línea sobre piratas somalíes en hojas de pergamino, usando pluma fuente y caligrafía no practicada.

Copio gráficos de portadas de discos de una banda tipo pop-girl-punk proveniente de la industria cultural y los modifico como una sopa de letras.

Re-dibujo el arte que mandan los fans al myspace de un grupo de metalcore cristiano, y, dejando fuera una letra en mi transcripción, lo transformo entonces en un emo-elogio a los mercados financieros.

Dibujé fielmente una foto de una mano robótica que sostiene un lápiz.

Pego etiquetas preimpresas para proyectos escolares de ciencia.

Leí esto hace poco y me mató de risa “En la evolución, el ambiente procesa la información que le es presentada en forma de organismos y da salida a – algunos organismos muertos, algunos organismos vivos”.

También me topé con un comunicado de prensa de una exposición colectiva que bien pudo haberse llamado “Bad to the Bone”. El punto de partida era el hardcore, subgénero del punk, pero me parece que su razonamiento estaba completamente equivocado. Hablaba de rebelión, de arte tipo “fuck you” que se tiene que clavar a la pared para que los jóvenes no se lo roben, niños tatuados fascinando a burguesas de pelo gris.

En pocas palabras, evocaba la parte trasera de la cabeza de un hipster con todo y sus desordenados post-avangardismos y bohemismos.

A mi también me interesa el hardcore, pero como institución histórica, no como pancarta o postura. Tal y como sucedía con la música eclesiástica en la Edad Media, el hardcore es una forma fija y aquellos que deciden practicarla, en su mayoría adolescentes, la tratan como un llamado. Es indudablemente una forma suburbana y, como todos sabemos, los hipsters aborrecen los suburbios e idolatran Nueva York.

La noción de “cualquiercore” (la mejor palabra para introducir todas las permutaciones del hardcore desde los ochentas) es un despliegue estructural de información antitético a la avanzada habilidad informativadel hipster. “Avanzada” aquí se refiere como lo haría en un hospital, por ejemplo “La etapa avanzada de la enfermedad terminal”.

A mediados del siglo XIX, Lord Kelvin postuló el final térmico del universo, un estado final o último de máxima entropía, un sistema “funcionando a base de vapor “ basado en una aplicación universal de

la segunda ley de la termodinámica. Culturalmente, desde Oswald Spengler a Robert Smithson, muchas teorías se han labrado en base a este concepto. Algo similar puede hacerse con la noción de entropía en la teoría de la información, la cual evalúa el grado de predictibilidad e impredecibilidad de información de modo mesurable. Más que pesimismo existencial o melancolía cultural, este uso del concepto de entropía arruina las expectativas individuales de lo nuevo y regresa el caos y el ruido a lo metafísico; arruina la fiesta sorpresa implícita en la producción de la comunicación.

Antek Walczak
México D.F., Noviembre 2008